*WARNING: This blog is intended for a mature audience. Its contents may include adult situations, violence and sensitive issues that some people might find disturbing. Please read at your own discretion.

6 October 2013

Unos Ojos marrones: Capítulo 06


Andrew sabía que no debía quedarse observando a Claire tan fijamente, casi espiándola, pero no podía evitarlo. Había pocos pacientes aquel día, así que pudieron hacer una pausa para comer más larga de lo habitual. El sol de mediodía le daba a Claire un aspecto favorecedor, mientras miraba abstraída al mar.


Era tan hermosa, tan pura, que le era imposible apartar los ojos de ella. Casi se diría que estaba experimentando la vida por primera vez. Hubo entonces un momento en el que pareció percatarse de su presencia, y miró en su dirección, solo que tenía la mirada perdida en algún lugar recóndito de su mente.


Desde aquel incidente con el borracho que la había molestado, parecía mostrarse algo menos reservada, y su aire distante se iba disipando poco a poco. Sin embargo, todavía había algo en ella que Andrew no podía comprender. Incluso ahora, relajada, la veía cambiar de expresión cada segundo, como si no pudiera decidirse por ninguna emoción en particular. Los ojos le temblaban incesantemente, y tenía los brazos cruzados en la cintura en un gesto protector. ¡Desde luego, era una mujer fascinante!


Finalmente, se decidió a acompañarla frente a los arbustos que cubrían la entrada de su casa. Carraspeó al acercarse para que se percatara de su presencia. Ella se giró sobresaltada y le miró.

-Lo siento, no pretendía asustarla.- se disculpó.

-No es nada. Estaba distraída, supongo.


-Ha hecho usted un largo viaje.- Andrew señaló al mar. -¿Echa de menos su casa?

-No. No he dejado atrás nada que eche de menos.- No era ésa la respuesta que Andrew esperaba. -Bueno, excepto Eliza, claro.

-¿Eliza?

Claire sonrío tristemente. -Si. No llegué a conocer a mi madre, murió cuando yo nací. Eliza es lo más parecido que he tenido. Ha sido mi amiga, mi consejera, mi confidente...- Sus miradas se cruzaron, y Andrew pudo ver en sus ojos un brillo extraño. -Lo cierto es que era mi doncella. Ha estado conmigo toda la vida, incluso después de... que me casara.

-¿Así que no tiene usted familia?

Claire hizo una mueca, y los segundos que le llevó contestar se le clavaron a Andrew como un aguijón. -No.


Andrew no podía soportar verla tan afectada, así que se le ocurrió cambiar de tema. Quería corresponder la sinceridad de Claire con algo de información sobre si mismo. -¿Ve ese faro a lo lejos?

Ella asintió. -Es muy bonito.

-Era mi sitio favorito cuando yo no era más que un muchacho. Iba allí siempre que quería estar solo; lo que ocurría cada vez que mi padre y yo discutíamos.- Soltó una risa.

-¿Y eso sucedía a menudo?- Lo que no sucedía a menudo era que Claire le hiciera una pregunta personal.

-De vez en cuando. Pero en general nos llevábamos bien.- Se tensó ligeramente. -También fui allí el día de su muerte. Me sentía triste, y agobiado por lo que me esperaba..., saber que a partir de entonces iba a ser responsable de una niña de diez años. Me imaginaba todo tipo de situaciones en las que podría fallarle... No me malinterprete, quiero a mi hermana, pero..., supongo que era muy joven entonces.

-Creo que lo hizo usted muy bien. Ethel le tenía en gran estima.

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Andrew se sintió más confiado tras aquella conversación, así que unos días más tarde aprovechó que Ethel le había dado la ocasión perfecta, y le pidió a Claire una cita.


-Ya que los dos vamos a ir a la fiesta de Ethel de esta tarde, ¿le resultaría aceptable que camináramos juntos, Sra. Parker?- Le preguntó mientras hacían la limpieza diaria de material.


Andrew pudo ver una expresión dubitativa y de sorpresa en su rostro, hasta tal punto que casi se estaba arrepintiendo de habérselo propuesto. Pero entonces Claire aceptó finalmente, con una tímida sonrisa asomándole a los labios.

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La calidez propia de finales de Junio ya se sentía en el aire, así que la idea de salir fuera y caminar a casa de su hermana le resultaba atractiva. Sonriente, le ofreció su brazo a Claire, y cruzaron juntos la calle. Tras un rato en silencio, en el que Andrew se dedicó simplemente a disfrutar de la proximidad de Claire, ésta habló: -No sé cómo darle las gracias, Dr. Stuart.- Y parecía realmente agradecida.


-¿Se refiere al borracho? En serio, no fue nada. Siempre he odiado a los hombres que no muestran respeto por las mujeres.- Andrew se detuvo para mirarla. -Sra. Parker, sé que no soy nadie para darle un consejo, pero... Por desgracia en este trabajo, hay que tratar con gente así de vez en cuando, y... una mujer hermosa como usted puede tenerlo más difícil.- Y realmente era hermosa, pensó Andrew, especialmente aquel día, en que su pelo castaño resplandecía a la luz del atardecer. -No debería dejar que nadie la trate así.

-Nunca he sabido cómo tratar a esos hombres...- Debió de percibir la preocupación en su rostro, y sonrío levemente. -Pero no debe preocuparse por mí. No soy precisamente una solterona, y después de todo no me impresionan fácilmente esas conductas.- Andrew no estaba tan seguro de eso, pero decidió dejar el tema. Cuando ella habló de nuevo, tenía la mirada fija en el suelo, y su voz era apenas perceptible. -De todas maneras, yo... también quería agradecerle todo lo que ha hecho por mí desde que nos conocimos. Estuvo dispuesto a darme una oportunidad, y me ha enseñado muchas cosas que jamás pensé que llegaría a aprender.


Sus palabras derritieron el corazón de Andrew a gran velocidad. -Soy yo el que debería estar agradecido. Me avergüenza confesar que al principio no estaba muy convencido, pero... nunca imaginé que su ayuda se volvería tan valiosa.- Por fortuna para él, al poco tiempo llegaron a casa de Ethel, pues estaba a punto de decir algo que, sin duda, la hubiera asustado.


Ethel y su marido salieron a recibirles, y Andrew se adelantó para darle a su hermana un beso en la mejilla, mientras Jack, tan galante como siempre, se presentó haciendo una reverencia.


Los otros dos invitados eran un compañero del banco en el que trabajaba Jack, a quién Andrew apenas conocía, y su esposa. Andrew se percató de que Claire se mostraba algo rígida durante la cena; ¿por qué se la veía tan insegura al tratar con los hombres? ¿Incluso con el bueno de Jack? Siempre había supuesto que las mujeres casadas de su posición sabían como tratar a los invitados, fueran éstos mujeres u hombres. Pero ella siempre bajaba la mirada, y su voz, cada vez que un hombre se dirigía a ella. Su comportamiento con aquel joven no había sido un caso aislado después de todo.


Y cuando Claire se levantó de la silla para despedirse de los amigos de Jack, que tuvieron que marcharse temprano, pudo verla enrojecerse. Sin embargo, también se dio cuenta de que parecía relajarse cuando sus sobrinas estaban cerca de ella. Y fue justamente antes de que éstas se fueran a la cama cuando descubrió otra cosa interesante sobre ella.


Claire le estaba susurrando algo a Becky mientras ésta le abrazaba el cuello, cuando Caroline se acercó desde atrás y le tiró de la falda. -Tía Claire,- Andrew estaba gratamente sorprendido con esta súbita familiaridad. -Madre nos ha dicho que tocabas muy bien el piano. Y yo... también estoy aprendiendo, y me gustaría mucho escucharte un rato.


Todos se encaminaron a la salita que se encontraba junto al comedor, y se situaron alrededor del piano para oír tocar a Claire. Andrew no podía creer la emoción intensa que ella ponía en cada nota. Le brillaban los ojos, ya fuera de alegría o de tristeza: no lo tenía claro. Y con la música llenando el espacio pudo sentir cómo se expresaba de un modo que no lograba al hablar. Era una pieza intensa, interpretada con tal sutileza que resultaba imposible no emocionarse, así que la escuchó embelesado hasta el final.


Más tarde, al preguntarle quién era el compositor, ella respondió simplemente Yo la escribí, y no dio ninguna otra explicación.



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