*WARNING: This blog is intended for a mature audience. Its contents may include adult situations, violence and sensitive issues that some people might find disturbing. Please read at your own discretion.

7 October 2013

Unos Ojos marrones: Capítulo 08


-¡Tío Andrew!- La puerta de la clínica se abrió de golpe, y la alegre Caroline entró corriendo hacia Andrew.

-¡Eh! ¡Mira a quién tenemos aquí!- Dijo sonriente, y se agachó para recibir a su sobrina con los brazos abiertos. Tras ella apareció Ethel llevando en brazos a Becky, que no parecía tan alegre.


-¿Ocurre algo?- Le preguntó Andrew a su hermana, y su sonrisa se transformó en un gesto de preocupación al escuchar el llanto de Becky.

-Becky no tenía que subir allí, pero me siguió. No fue mi culpa si se cayó.- La que hablaba era de nuevo Caroline, pero la vitalidad de hacía un rato había desaparecido, y se puso roja. Andrew se rió para sus adentros, y supuso que la niña había hecho alguna travesura.


Su madre la miró de reojo, y sonrió con ironía. -Pero se suponía que , Srta. Roberts, tenías que cuidar de ella. Eres la mayor y deberías dar buen ejemplo a tu hermana.- Ethel soltó entonces a Becky de sus brazos y se dirigió a Andrew. -Le dije a Jack que eran demasiado pequeñas para una casa-árbol, pero ya le conoces, estaba incluso más entusiasmado que las niñas, y les ayudó a construir una.- Puso los ojos en blanco, el gesto que siempre utilizaba para fingir desaprobación. -Se ha roto uno de los peldaños, y Becky se ha resbalado. Seguro que no es nada, pero...


Andrew se acercó a su sobrina pequeña y le cogió la pierna con delicadeza para echarle un vistazo. -Veamos, ¿qué tenemos aquí? ¿Te duele mucho, cariño?- La pequeña sollozó y se encogió de hombros. ¿Dejarás que te cure el tío?- Ella dejó de llorar y asintió.


Mientras la curaba, Becky no le quitó un ojo de encima, y Andrew se dio cuenta de cómo su rechazo inicial dio paso a la simple curiosidad, y se relajó. Casi todos los niños reaccionaban igual, lo que siempre hacía sonreír a Andrew. -¡Ya está! Has sido muy valiente.

Caroline también quería que le hicieran caso. -¿Tío..., no está la tía Claire?- Parecía decepcionada.


-¿A qué viene esa cara? ¿Ya no te alegras de verme? ¿Solo a tu nueva "tía"?- A Andrew siempre le encantaba tomarle el pelo.

Rápidamente, ella se tapó la boca con las manos, intentando suprimir una risita. -También quería verte a , tío.

Ethel frunció el ceño y se unió a la conversación. -Pero, Caroline tiene razón. ¿Dónde está Claire, Andrew? Pensaba que estaría aquí.

Andrew recogió a Becky y se levantó. Mientras lo hacía, miró con seriedad a su hermana antes de contestarle -Hoy la he dejado salir antes, no se sentía muy bien. Me he ofrecido a examinarla pero no me ha dejado, no sé por qué. ¿Siempre ha sido tan tímida?

-¿Tímida? Yo no diría que fuera tímida. De hecho era bastante popular en el colegio. Pero ahora que lo mencionas, está muy cambiada. No es sino una sombra de lo que era. Ha debido de ser muy duro para ella perder a su marido, supongo. Quizás ésta sea su forma de sobrellevar el dolor.

-Su marido debió de ser muy afortunado, entonces, si alguien como ella le quería tanto...- No pretendía decirlo en voz alta, pero la mirada que le lanzó Ethel le hizo darse cuenta de que era demasiado tarde.


-¡Vaya, vaya, Dr. Stuart! -Sonrió ampliamente. -¡Cualquiera diría que estás celoso! ¿He de pensar que Claire ha encontrado un lugar en tu corazón?

-¡Ethel!

-Si, ya sé, ya sé, no es asunto mío.- Ambos hermanos se miraron y sonrieron con complicidad.


Andrew le ofreció asiento a Ethel para seguir más cómodamente con la conversación. Observó cómo su hermana examinaba detenidamente la habitación, abstraída. -Incluso tras todos estos años,- dijo finalmente, aún no me acostumbro a ver esta habitación sin mi antiguo papel de pared ni mis cosas. Este lugar me trae tantos recuerdos, la mayoría buenos.- Suspiró. -Claro que también estaba aquí el día que nuestro padre...

********************


A Andrew le atormentaba lo que estaba a punto de hacer. No quería ser quien le diera la noticia a su desprevenida hermana. Escasamente podía mantener la compostura, y mucho menos hablar de lo que acababa de presenciar. Sabía que debería acostumbrarse a esas cosas si se convertía en médico, pero ver morir a su padre no era lo que había imaginado como primera lección.


Respiró profundamente, abrió la puerta que daba a la habitación de la niña, y permaneció allí un rato, sin saber cómo sacar el tema.  -¿Ethel?


Al oír su voz, Ethel dejó lo que estaba haciendo y se levantó. -¿Si? ¿Qué pasa, Andrew?- Se miraron, y la sonrisa se borró de su rostro. -Es nuestro padre, ¿verdad? ¿Está...? ¿Está...?

-Lo siento, hermanita. Ya sabíamos que tarde o temprano... pasaría esto.

-Pero, ¿no podrías haberle curado? ¿No eres médico?- Andrew vio cómo a Ethel se le humedecían los ojos.

-Ethel, ya eres lo bastante mayor como para saber que los médicos no pueden curar todas las enfermedades. Además todavía no soy médico, acabo de empezar los estudios...


Ethel aún intentaba reprimir el llanto cuando se derrumbó en el suelo, con una expresión de sufrimiento dibujada en la cara. Era obvio que pretendía hacerse la valiente, pero a él no le podía engañar. -¿Significa eso que no volveremos a verlo?

Poco podía hacer Andrew salvo estrecharla fuertemente entre sus brazos. Él también tenía los ojos húmedos. -No, mi niña, no volveremos a verlo. Pero siempre estará con nosotros si no olvidamos cuánto nos quiso.

Ethel asintió tímidamente. -¿Y qué va a ser de mí ahora? ¿Voy a ir a un orfanato?

-¿Pero qué dices, boba? No vas a ir a ningún sitio. Te quedarás aquí, como siempre, y yo te cuidaré.


La muerte de su padre había coincidido con las primeras nieves. Sin embargo al día siguiente, cuando se celebró el funeral, se asomó un tímido sol en el horizonte que dio un respiro a los allí presentes. Durante toda la ceremonia Andrew intentó consolar a su afligida hermana lo mejor que pudo, pero él también lo estaba pasando mal; tenía suerte de que Olivia estuviera a su lado, pues su pelo resplandeciente y su hermoso rostro le hacía olvidar por un momento su pérdida.


Una vez que acabó el funeral, todo lo que Andrew deseaba era estar a solas para pensar...; pensar en todo lo que se le venía encima, en todas las decisiones que debería tomar como cabeza de familia. Y además estaba Ethel... Con solo diecinueve años se iba a convertir en el tutor de su hermana de diez.

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-Tuve la suerte de tenerte a mi lado. Eras mi héroe, ¿lo sabías?- Ethel le sonrió con calidez.


-¿En serio?- Andrew se sintió halagado, pero no estaba muy convencido. -Buen, tengo la sensación de que no lo fui siempre.

-¡Oh, si! Te refieres a cuando me enviaste al extranjero, claro...

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-Ethel, ¿puedo hablar contigo un momento?


Ethel cerró el libro que estaba leyendo, y observó a Andrew sentarse junto a ella en la cama. -Ya sabes que nuestro padre siempre quiso darte la mejor educación posible. Así que..., bien..., he decidido enviarte un año a un internado en Inglaterra.


-¿Cómo? ¿Tengo que irme tan lejos? ¡No quiero ir, no quiero! ¡Sé por qué haces esto! ¡Te quieres deshacer de mí para casarte con la Srta. Norton! ¡Y entonces tendrás tus propios niños y te olvidarás de mí!

Andrew se esperaba una rabieta así, por lo que ni se inmutó. -¡No dices más que tonterías! Esto no tiene nada que ver con Olivia. Cuando murió nuestro padre me hizo prometerle que cuidaría de ti como lo hubiera hecho él, y sé que tenía en mente enviarte al extranjero cuando tuvieras la edad suficiente.


Ethel se levantó bruscamente de la cama, apretando los puños. -¡Pero no eres mi padre, así que no puedes obligarme! ¡No voy a ir a ninguna parte!

Ahora que estaba perdiendo la paciencia. Cómo si él hubiera elegido convertirse en su padre. -Ya sé que no lo soy. Pero por desgracia no hay nada que podamos hacer para remediarlo. ¡Soy tu tutor hasta que seas mayor de edad, y harás lo que yo te diga!


-¡Te odio! ¡Te odio!- De ese modo, Ethel salió corriendo de la habitación, sin darle a Andrew ninguna oportunidad de acabar la conversación.

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-Uf, te enfadaste tanto conmigo...- Andrew hizo una mueca al recordar aquello.

-Bueno, admito que era un poco testaruda, pero pensaba que querías deshacerte de mí, y me dolió.

-Yo mismo me lo estuve preguntando durante meses después de que te fueras la primera vez. Sinceramente pensaba que era lo mejor, pero...


-Déjalo ya. Tomaste la decisión correcta, fue una experiencia estupenda para mí. ¿Y quién sabe? Quizá tú también saques algo bueno de ella...- Le guiñó el ojo. -¿Cómo si no hubieras conocido a Claire?


-¡Ethel! ¿Otra vez?

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-¡Andrew, Andrew!

-Vaya, pero ¿quién es esta adorable señorita y qué has hecho con mi hermanita?- Y tanto que había crecido, como le quedó bien claro cuando intentó lanzarla al aire. -¿Estás tan contenta por qué me echabas de menos, o solo por qué ya no estás en ese horrible lugar al que te he enviado?- Le preguntó con sorna.


-¿Horrible? ¿Por qué iba a pensar que es horrible? Me he divertido muchísimo, y he aprendido a coser y a tocar el piano... Bueno, no se me da tan bien como a Claire, por supuesto. Oh, pero tú no sabes quién es Claire, qué tonta soy, aunque, bueno, creo que la mencioné en mis cartas. En cualquier caso, es una niña que conocí en mi primer día, estábamos de picnic, y prometimos que seríamos amigas para siempre, y es muy simpática y muy divertida.- Puede que se estuviera haciendo mayor, pero seguía tan charlatana como siempre, y por una vez, a Andrew ese rasgo le pareció adorable; era increíble cuánto había echado de menos aquella voz.


-¿Podré volver al colegio el próximo curso, Andrew? Di que si, por favor. ¿Por favor?


¿Cómo? Pero si había accedido a ir con la condición de que solo fuera por un curso. ¿Y ahora era ella la que le pedía volver allí? ¡Esta niña! Andrew sacudió la cabeza, incrédulo.



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