*WARNING: This blog is intended for a mature audience. Its contents may include adult situations, violence and sensitive issues that some people might find disturbing. Please read at your own discretion.

8 October 2013

Unos Ojos marrones: Capítulo 09

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*ADVERTENCIA: Este capítulo incluye contenido sexual explícito, violencia y otros temas que pueden herir la sensibilidad.

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Tras un par de días de lluvias intermitentes, el sol brillaba de nuevo, así que Claire volvió a sentirse mejor. El dolor le había remitido, y por ese motivo aceptó encantada la invitación de Ethel de pasar la tarde con ella.


La doncella le mostró el camino a la parte trasera de la casa de Ethel, y tras dar unos pasos, Claire se encontró delante de un jardín muy bien cuidado rodeado por arbustos llenos de flores en tonos rojos. Le hubiera gustado recrearse en el paisaje un poco más de tiempo, pero enseguida la saludaron las niñas dando gritos de alegría al verla. Caroline estaba en una barco pirata imaginario con forma de casa-árbol, mientras Becky se conformaba con corretear de un lado a otro alrededor del tronco, tan rápido como le permitían sus piernecitas.


-¡Ven, tía Claire!- Caroline le dijo con alegría, cogiéndole de la mano. Y Becky estaba muy ocupada jugando al escondite tras su pierna. -Vamos a enseñarte nuestro laberinto.- Las dos tiraban de ella con tanta fuerza que a punto estuvo de perder el equilibrio, pero entonces apareció su madre aproximándose desde el otro lado del jardín, obviamente alertada por el ruido que hacían las niñas.

-¡Chicas! ¡Tranquilas!- Ethel las reprendió, mientras sonreía a Claire. -¿Qué tal si os adelantáis y yo le enseño a Claire el laberinto?- Caroline asintió y se llevó a su hermana camino abajo.

-Bueno, Claire,- continuó Ethel. -Espero que mis hijas no te hayan molestado mucho. Perdona por cómo te he recibido.- Dijo mientras se ajustaba la ropa algo sucia y con barro. -A veces pierdo la noción del tiempo cuando cuido del jardín.

-Es precioso.- Suspiró Claire.


-¿Entonces te apetece un paseo?

-Por supuesto.- Le sentaba bien estar al aire libre, y realmente le apetecía hacer un poco de ejercicio. -¿Has hecho tú esto?- Le preguntó a Ethel, señalando a los setos que había delante de ellas.

-Pues si...- Ethel acompañó su respuesta de un movimiento con la mano invitando a Claire a comenzar el paseo. -La verdad, no es que pueda llamarse laberinto, pero a las niñas les encanta jugar aquí, y me gusta tenerlas cerca mientras cuido las plantas.


-Ese espantapájaros que puedes ver a tu derecha...,- continuó Ethel al doblar la esquina.

-¡Es muy gracioso!- Interrumpió Claire, sonriendo.

-¿A que si? Pues me ayudó Caroline a vestirlo. Le ha cogido mucho cariño, e incluso se enfada siempre que un pájaro empieza a picotearle la ropa.

Ambas se rieron por la ocurrencia de la niña, pero justo entonces Claire se sintió algo débil y le cambió la expresión.


Claire pudo notar la preocupación de su amiga, que cambió de tema rápidamente. -¿Estás bien? Lo siento mucho, había olvidado que... No debía haberte hecho caminar tanto.

-¿Olvidado qué?- Claire se sentía perdida. -Y no te preocupes, estoy... acostumbrada a estas molestias. Ya me siento mejor.

-Estuve con Andrew el otro día y me dijo que últimamente no te encontrabas muy bien.

Hubo una de esas pausas a las que Claire se estaba acostumbrando, que generalmente implicaban que Ethel tenía algo en mente.
-Claire, mi hermano se preocupa mucho por ti, ¿lo sabías?

-¿En serio?- No quería creer las insinuaciones de Ethel, y aún así le hacían sentirse feliz, no sabía muy bien por qué. Bajó la mirada intentando encontrar una respuesta mejor, pero no encontró ninguna.


Por suerte, el marido de Ethel llegó del trabajo en aquel momento, por lo que Claire no tuvo que contestar. Todas fueron a su encuentro.


Claire prefirió quedarse atrás, intentando no molestar, y al hacer eso se vio recompensada con una escena que jamás había presenciado, y mucho menos vivido. El marido de Ethel aupó a Caroline sobre su espalda al tiempo que Ethel le tomó la cabeza entre sus manos y le dio un beso; no fue más que un pequeño roce de labios, pero tan sentido que Claire pudo percibir el profundo afecto que tenían el uno por el otro.


Claire no pudo evitar sentir celos ante esa familia que parecía tan feliz, incluso aún cuando sabía que Ethel se lo merecía más que ella.


-Ya veo que hoy estás en buena compañía, mi vida.- Él le dijo a su mujer, mientras sonreía cálidamente a Claire.

-Sr. Roberts.- Le devolvió el saludo.

-Oh, por favor, llámeme Jack.- ¿Llamar a un hombre por su nombre de pila? ¿Debería hacerle caso? Tenía recelos, pero recordó en ese momento que nadie le echaría la bronca si lo hacía. Ya no, por lo menos.

-De acuerdo... hum, Jack.

-¡Estupendo! Espero que se quede a cenar.- Continuó. -No aceptaré un no por respuesta. Siempre es un placer comer en compañía de dos hermosas damas. Y ahora si me disculpa...- hizo una ligera reverencia antes de encaminarse hacia la casa.


A Claire le resultaba difícil asimilar todo lo que acaba de ocurrir, y le llevó algo de tiempo reunir el valor necesario para hacerle una pregunta a Ethel. -Ethel,- dijo finalmente. -¿Tú y tu marido estáis... enamorados?

Ethel la miró como si ésa fuera la última pregunta que se esperaba, pero contestó igualmente. -Si, por supuesto. ¿Por qué si no me habría casado con él? ¿Por qué lo preguntas?- Arqueó una ceja. -¿Acaso no lo parecemos?

Claire oyó cómo Ethel soltaba una risita, e intentó no decir más tonterías. -Oh, no, al contrario. Fue tan... cariñoso contigo hace un momento...- enmudeció.


-Es una de las cosas que más me gustan de él. Es tan atento, siempre me mira de un modo que me hace sentir muy especial. Desde el principio ha sido muy generoso y comprensivo. Incluso la primera vez que...,- se ruborizó un poco. -...que estuvimos juntos... íntimamente. Estaba tan nerviosa, y era tan inexperta... Pero él me hizo ver que no había nada de lo que preocuparse salvo dejar que nuestros sentimientos fluyeran. Pero ya sabes a lo que me refiero, ¿verdad?


No, ¡definitivamente Claire no tenía ni idea de a qué se refería Ethel!

...

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Claire estaba tan ensimismada en la carta que le estaba escribiendo a Ethel que no oyó cómo se abría la puerta.


Tampoco le oyó acercarse a la cama. No fue hasta que él pronunció su nombre que se dio cuenta de su presencia. Le reconoció de inmediato, y se incorporó despacio, tratando de ocultar su sorpresa. Pero supuso que, como invitado de su padre, no querría hacerle ningún tipo de daño.

-¿Qué... qué es lo quiere, Sr. Richardson? ¿Puedo hacer algo para ayudarle?- Intentó mostrarse como una buena anfitriona, sonriendo educadamente y ofreciéndole ayuda. Pero el tiempo que le llevó responder la puso nerviosa; además estaba esa mirada penetrante que le lanzó al acercarse dónde estaba ella.

-Sí hay algo que puedes hacer por mí, y por favor, dejemos las formalidades. Ya no seré el Sr. Richardson para ti, llámame Geoffrey.- Había algo en esa voz que Claire no reconoció. No había oído a ningún hombre hablar en ese tono, como si se hubiera quedado sin respiración, solo que parecía estar bien.


Justo después, el le cubrió la boca con la mano derecha, e hizo un gesto para que se callara con la izquierda. En ese momento fue cuando se le ocurrió a Claire que ningún hombre honorable, fuera invitado de su padre o no, pensaría en entrar jamás en el cuarto de una dama tan tarde. Ahora estaba aterrorizada y su cuerpo comenzó a temblar violentamente.

-Sssh, no querrás despertar a toda la casa, ¿verdad?- Susurró, y la respiración se le volvió más pesada, a la par que la de Claire se hacía más rápida. Ella intentó retroceder, pero no le respondían las piernas. Instintivamente sujetó la pluma con más fuerza.


Cuando él intentó sujetarle la cara, su cuerpo reaccionó finalmente, y se revolvió contra el ataque que estaba sufriendo, pero eso solo empeoró las cosas, como Claire pronto descubrió al estar a punto de caer sobre la cama. Sin embargo, él ni se inmutó.

-Vas a ser mía, no tiene sentido que te resistas.- ¿Qué quería decir con eso? -Eres tan hermosa, tan joven... Una flor tan inocente y delicada...- Viniendo de sus labios esos cumplidos más bien parecían insultos.


-Esto también puede gustarte a tí, ¿sabes? Solo tienes que hacer lo que yo te diga...- ¿Gustarle? ¿Quería decir...? Dio un grito ahogado de puro miedo, ya que las palabras no le salían de la boca. De cualquier manera, no importaba, puesto que su habitación se encontraba al fondo del ala oeste: nadie la oiría gritar. Le vino a la mente un pensamiento furtivo al ver que ya no tenía la pluma en la mano, sino que se había caído al suelo.

Parecía que hubieran pasado minutos, pero debieron de ser no más de diez o veinte segundos, porque cuando su mente volvió a la realidad, él permanecía en el mismo sitio de antes, la única diferencia era que tanto los pantalones de él como su ropa interior ya no estaban. Claire se horrorizó por lo que vio a continuación; de los muslos le salía una protuberancia que palpitaba como si tuviera vida propia.


No tuvo tiempo de reaccionar antes de que él la pusiera de espaldas sin compasión y la penetrara. Claire se sintió morir del terrible dolor que sufrió en aquel momento. El tiempo se detuvo.

Él no dejaba de empujar con furia, y el dolor se hacía más fuerte con cada embestida. Claire intentaba desesperadamente separarse de él, pero no fue capaz: ¿que podía hacer una chica de quince años contra un hombre de cuarenta y tantos? Él era mucho más fuerte.


Estaba claro que él había adivinado sus intenciones, y le sujetó el brazo izquierdo para que no pudiera moverse. Y todo el tiempo gemía y le susurraba entrecortadamente. -Eres... tan tierna, tan... suave. Me haces... gozar... tanto. Te deseaba... desde hacía... tanto... tiempooo...- Todas esas palabras solo aumentaban el sufrimiento de Claire, y ya solo le quedaba llorar; y por extraño que pareciera, encontró algo de consuelo en sus lágrimas, pues le recordaban que seguía viva.


En algún momento, se encontró mirando aquel viejo cuadro. Se imaginó a si misma dentro del dibujo, entre todos sus compañeros de infancia: el unicornio, la Reina de las Hadas, los gnomos y los faunos... Se quedaría allí esperando, en el bosque encantado, a que un apuesto y fuerte príncipe la rescatara. Y entonces todo volvería a ser perfecto. Pero entonces...

...entonces, él empezó a embestir más fuerte y más rápido. Más fuerte y más rápido. Tan fuerte y tan rápido que Claire pensó que iba a romperse en cualquier momento. Hasta que acabó. Empujó una última vez, gruñendo como un animal, de tal forma que ella se asustó todavía más. Un líquido caliente salió de él, y entonces finalmente la soltó. Tanto ese líquido como su propia sangre se le escurrían ahora por las piernas.


Sin mediar palabra, él se puso de nuevo los pantalones y se dispuso a marcharse. Claire se derrumbó en la cama, llorando desconsolada. Se sentía mareada. Le dolían los brazos, y le dolían las piernas. Y le dolía la cabeza, y tenía la mente en blanco. Su cuerpo ya no era suyo. Y se sentía sucia, humillada, despreciable.

Apenas sabía lo que había ocurrido, pero tenía el mal presentimiento de que su vida había cambiado para siempre.



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5 comments:

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  2. Madre mía, vaya capítulo! O.o
    Me he quedado de piedra, sin duda lo has recreado muy bien, pobre Claire...
    que juventud más horrible tuvo que pasar.. -.-
    ¡Escribes de maravilla Marta!

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    1. Pobre Claire, ¡ya lo creo! Éste es el capítulo más difícil que he hecho, en muchos sentidos... :-(

      Gracias por leer y por tu comentario :-D.

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  3. A veces nos toca abordar temas sensibles pero que son importantes para la trama y creo que lo más difícil es poder transmitir las sensaciones y emociones de los personajes, sean positivas o negativas. En lo particular creo que lo hiciste excelentemente y de forma sensible, te felicito Marsar. Besos!

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    1. Este capítulo fue particularmente duro de escribir (como puedes imaginarte), pero sentía que debía plasmar la escena completa. Me anima mucho saber que he conseguido transmitir las emociones que pretendía.

      Gracias por leer y comentar, besos para ti también :-D.

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